Un buen día decidí estudiar ingeniería agrónoma. Lo hice porque me gusta conocer y mimar el producto desde la semilla hasta el fruto. Y también porque creo que la excelencia empieza por el estudio y el conocimiento. Esa creencia inspiró mi filosofía: el mimo; el cuidado de todo aquello con lo que trabajas. Y como es imposible mimar sin conocer, empecé a aprender… A aprender qué hay detrás de cada materia prima. A comprender de dónde sale y a estudiar por qué cada producto es como es. Seguramente por eso, por extraño que parezca, toda persona profesional de la heladería debería conocer las ganaderías de donde sale su leche y los pastos que consumen las vacas. Debería saber dónde, quién y cómo cultiva y recoge cada fruto con los que luego elabora sus helados. Yo lo hago. Considero que es una parte esencial del mimo y el cuidado que requiere mi trabajo, además de una garantía de calidad, origen y frescura imprescindible para mis clientes. Es lo que tiene ser una “heladera agrónoma”.